Hoy, alguien me preguntó por qué en los diarios no aparecen las buenas noticias.
Me quedé un rato pensando y le fui preguntando a la
gente que me crucé en el día.
Algunos me dijeron que es
porque sino no venden y que los medios ofrecen el material que les demandan. "Lo que la gente espera leer" argumentando que, para que un diario no sea vendido debe existir irremediablemente alguien que no lo compre, por lo que la responsabilidad del contenido del mismo
y el éxito de su material no es del medio, sino del ser que lo adquiere; otros
en cambio, desacreditaron de manera pesimista
el albedrío de las personas, sosteniendo que son los medios los encargados de
moldear las ideas de todos, a gusto de los designios de su humor e intereses.
Leemos
las peores desidias y nos lamentamos a la pasada de atrocidades que no somos
siquiera capaces de imaginar.
¿En qué momento permitimos que el dolor se
convirtiera solo en una charla de supermercado? No lo sé, pero sospecho que fue
a partir del instante en que nos conformamos. El día en que dejamos que lo superfluo
ocupase la góndola de las necesidades básicas.
No creo que una persona individualmente pueda cambiar el mundo, pero si confío en la suma de voluntades, en
modificar la órbita de uno, en ser mejor persona en los detalles, en saludarnos, mirarnos, sonreír más, respetar lo público, promover la conciencia ambiental, hablar
en lugar de gritar, escuchar más de lo que hablamos, en educarnos y en ser
generosos con nuestros conocimientos, en valorar las diferencias y sobre todo, en utilizar la llave que abre todas las
puertas del entendimiento: La empatía.
En las grandes ciudades,
llenas de humo y de ausencias, donde todo parece cubierto y sin lugar para la
vida, si uno mira con atención, en los rincones y en las cornisas, a través de
una grieta siempre se asoma algún brote verde y atrevido, que se abre paso entre las
adversidades.
Ese brote tiene la
ventaja de no sentirse pequeño, y aunque sea uno en la inmensidad de una pared, y nos lleve a preguntarnos cómo es que esa ramita pudo crecer ahí,
hace que la calle se vea un poco menos gris.
Confío en que todos
podamos encontrar esa grieta, aunque seguramente no vayamos a salir en los diarios.